Para analizar el lugar del conocimiento dentro de la propuesta constructivista suele referirse a Chevallard (1997) y su teoría de la transposición didáctica (TD). Ésta explica el proceso de transformación del conocimiento científico al ser seleccionado como objeto de enseñanza: "Un contenido de saber que ha sido designado como objeto a enseñar, sufre a partir de entonces un conjunto de transformaciones adaptativas que van a hacerlo apto para ocupar un lugar entre los objetos de enseñanza. El ‘trabajo’ que transforma de un objeto de saber a enseñar en un objeto de enseñanza, es denominado la transposición didáctica.".
El autor ubica al conocimiento dentro de lo que denomina sistema didáctico (SD) constituido por tres polos: el docente, el alumno y el saber (lo que suele denominarse "triángulo didáctico"). El juego o interrelación entre estos tres polos constituye la relación didáctica.
La Nueva Didáctica de la Matemática analiza la relación entre esos tres términos a partir del concepto de contrato didáctico definido por Brousseau como "(…) conjunto de comportamientos (específicos) del maestro que son esperados por el alumno, y conjunto de comportamientos del alumno que son esperados por el maestro, y que regulan el funcionamiento de la clase y las relaciones maestro–alumnos–saber, definiendo así los roles de cada uno y la repartición de las tareas (…)" (en Charnay, 1994).
Consideran como problema principal dentro del SD, el lugar del saber, sus diferentes expresiones (el ‘saber a enseñar’, el ‘saber enseñado’, el ‘saber académico’ o ‘científico’) y la distancia entre unas y otras.
Por tanto, una de las cuestiones que justifican el concepto de transposición didáctica es la constatación de la existencia de una distancia entre el ‘saber sabio’ y el ‘saber enseñado’.
Por otra parte, existen situaciones de sustitución o creación de objetos de enseñanza, sin relación con el saber académico, que constituyen "inadecuadas disfunciones". Ello exige que el didácta ejerza control sobre el proceso de transposición didáctica, en lo que se ha formulado como principio de vigilancia epistemológica.
Asimismo, con el paso del tiempo la distancia entre el saber enseñado y el saber académico aumenta indefectiblemente, acercándose el primero al saber "banalizado". Dicha erosión, desgaste, banalización del saber enseñado produce una incompatibilidad con el saber sabio que debe dar origen a un proceso de transposición didáctica.
Para reestablecer la compatibilidad es indispensable la instauración de una corriente de saber proveniente del saber sabio (del campo académico) que acorte la distancia mencionada.
Analizar cómo se desarrolla el proceso de TD supone introducir algunos conceptot,es que el SD no funciona en forma aislada sino que las relaciones didácticas se desarrollan en un entorno:
inmediato: el sistema de enseñanza, integrado por los sistemas didácticos y los dispositivos estructurales (andamiaje burocrático–administrativo);
social: la sociedad "laica", diferente de la sociedad de expertos que es el sistema educativo. Dada su compleja estructuración se consideran en el análisis a los padres, los académicos y la instancia política (como órgano de gobierno del sistema de enseñanza).
En la periferia del sistema de enseñanza se encuentra la noosfera que está integrada por aquellos que ocupan los principales puestos del funcionamiento didáctico: representantes del sistema de enseñanza con o sin mandato (docentes con jerarquía técnica en el sistema y docentes "militantes") y representantes de la sociedad (padres, especialistas académicos en las disciplinas y representantes políticos del sistema). Cada uno de estos componentes cumple un rol determinado que lo habilita para utilizar determinadas argumentaciones.
Es la esfera donde se piensa el funcionamiento didáctico bajo la forma de doctrinas, negociando respuestas a los problemas, los conflictos, las exigencias de la sociedad. Funciona como tamiz, filtro o bastidor donde se desarrolla la interacción entre ese sistema y el entorno societal.
La noosfera es el centro operacional de la transposición. En ella se enfrenta el problema de la incompatibilidad buscando un reequilibrio entre el saber sabio y el saber enseñado por medio de una manipulación del saber. Se seleccionan los elementos del saber sabio que, designados como saber a enseñar, serán sometidos al trabajo de transposición en su aspecto externo (lo visible) en oposición al trabajo interno que se realiza en el interior del sistema de enseñanza.
El papel de la noosfera en la TD es la reorganización del texto del saber: construye un nuevo texto integrando aspectos del antiguo texto del saber con otros tomados del nuevo saber sabio. Serían los nuevos programas que adquieren fuerza de ley.
Para el enseñante la herramienta esencial de su práctica es el texto del saber. El docente pone en palabras el saber a enseñar con las variaciones que puede imponerle. Es responsable del proceso de TD interna. Este proceso se desarrolla independientemente de la voluntad de los docentes, que son un eslabón en el mismo, siendo el último el saber finalmente enseñado por los docentes.
El modelo que desarrolla Chevallard es funcionalista, en tanto la principal herramienta de análisis es el sistema y la relación entre sus componentes, los equilibrios y desequilibrios, y las funciones que ellos cumplen.
El conflicto en dicho sistema se explica por el desequilibrio. El cambio es una búsqueda del equilibrio inicial perdido.
Su análisis se desarrolla sobre la lógica interna del proceso de selección y organización de los conocimientos que se enseñan pero no explica por qué se seleccionan unos y no otros para ser enseñados, ni la finalidad educativa. El problema del conocimiento proviene del campo de las ciencias respectivas, responde a las actualizaciones y nuevos desarrollos.
Falta el reconocimiento de las complejas e íntimas relaciones existentes entre la institución escolar y las instituciones económicas y políticas que permite visualizar la relación entre conocimiento escolar y control social.
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